28 de febrero de 2009

A través de tus ojos

Carlos Vadalá es el primer ciego de la Patagonia que tiene un perro guía, Sterling, que lo llevó a transitar por la vereda de la autonomía.



Neuquén> Hace cinco años un virus le arrebató la posibilidad de ver con sus ojos, pero a los 46 años Carlos Vadalá no se dio por vencido. Con inquebrantable voluntad, esfuerzo y buen ánimo atravesó un arduo camino que lo llevó a Sterling, su perro guía.

El labrador retriever negro es el primer perro guía para ciegos de la Patagonia y le pertenece a Carlos desde el 10 de enero, luego de un largo proceso de tramitación hasta llegar a adquirirlo gracias al aporte de ‘Leader dogs for the blinds’ en Rochester, Michigan, Estados Unidos.

Esta asociación eligió a Carlos entre los cuatro argentinos que obtuvieron un perro guía de los 13 postulados que hubo en el país.

Le llevó dos años y mucha paciencia llegar hasta su encuentro. “Cuando me dieron el perro me agaché para abrazarlo y nos dimos un cabezazo fuertísimo, nunca pensé que iba a ser tan alto, a partir de ese golpe me soldé a él y todavía no me separé”, describió emocionado Carlos.

Sterling no es un perro común, él está preparado desde su nacimiento para ser los ojos de aquel que no ve, su trabajo es observar y guiar a Carlos entre las obstaculizadas calles neuquinas.

“Tenerlo conmigo es sentir autonomía para moverme, antes dependía del bastón y me chocaba todo, tenía que pedir perdón todo el tiempo, ahora vivo la experiencia de ir adonde quiero, mi perro es el mejor sostén que tengo”, expresó Carlos.

Ellos no se separan en ningún momento y mantienen una comunicación constante. Por las calles de la ciudad se los puede encontrar y escuchar a Carlos hablarle todo el tiempo a su perro.

“God boy Sterling”, le dice Carlos todo el tiempo. La comunicación y la confianza mutua es indispensable para su convivencia, Carlos lo premia todo el tiempo con esas palabras de apoyo que significan que es un buen perro, que hizo bien su trabajo, y lo guía por dónde quiere ir.

Sterling tiene en su arnés un cartel que dice ‘no molestar, estoy trabajando’, porque en la calle él es la protección de Carlos, sus ojos. “A veces hay gente que lo quiere acariciar o distraer, no entienden que mientras estamos en la calle él es mi guía, está entrenado para eso”, sostiene Carlos.

El labrador negro no actúa como una mascota habitual, mediante coordinadas que los dos aprendieron durante 26 días en la sede de ‘Leader dogs for the blinds’ en Rochester, se comunican cada acción y cada momento.

“Si yo llevo el arnés en la mano significa que él está trabajando y me tiene que guiar, si yo lo suelto es porque puede descansar, si se lo saco es que está en casa y puede disfrutar de una siesta”, dijo Carlos.

Pero Sterling no es un can sufrido, Carlos le demuestra su cariño todo el tiempo, lo premia con sus palabras, lo mima como una mascota y lo integró a su hogar como uno más.

El proceso

Carlos superó su primera rehabilitación en el uso del bastón blanco, hace dos años decidió moverse solo por la ciudad y, gracias a su espíritu positivo e inquieto, pensó que era el momento de dar un paso más y luchar por conseguir un perro guía.

Desde su trabajo en la Asociación Aunkinko y la JUCAID neuquina se puso en contacto con la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes (FAICA) tramitó el pedido del perro guía a la asociación norteamericana de ‘Leader dogs for the blinds’. Luego de varios trámites, certificados médicos, un video sobre la accesibilidad de Neuquén y una entrevista con una autoridad de la asociación, le dieron la respuesta tan esperada y soñada por Carlos.

“Cuando me dijeron ‘OK’ a mi solicitud no lo podía creer, me quedé inmóvil y las lágrimas no pararon de caer, todavía me emociono al recordarlo”, dice Carlos y acaricia a su fiel perro que está sentado a sus pies.

El avance en su vida con la llegada de Sterling todavía no lo logra dimensionar. “Antes con el bastón tocaba algo, no sabía qué era, podía ser una piedra como una persona, y trataba de esquivarlo como podía; ahora el perro esquiva los obstáculos y mediante nuestra comunicación me dice si corro peligro”, cuenta Carlos.

El perro se acerca o se aleja de su pierna si hay que esquivar algún obstáculo en esta intransitable ciudad. “Acá nadie respeta nada, hay mesas en las veredas, estacionan motos, transitan bicicletas, la gente camina sin prestar atención, se cruzan, hay cestos, basura, construcciones e interminables desniveles”, dijo.

Carlos lamenta la ignorancia de la gente cuando le suceden cosas como las distracciones adrede hacia el perro o las veces que lo echaron de un supermercado local o de un restaurante. “El perro está trabajando, no va a olfatear o comer nada, se va a quedar a la par mío guiándome, no nos podemos separar en ningún momento”.