1 de febrero de 2010

El trágico ayuno

Lonco Luán > En el invierno de 1978 dos familias mapuches mataron a cuatro de sus integrantes para impedir que Satanás se adueñe de su comunidad. Reunidos en círculo con los ojos cerrados, en cuclillas, oraron durante cuatro días en un extraño ritual místico para alejar el mal. Sara Catalán, de 25 años, fue encontrada muerta a golpes de cañas colihue al lado de la gente que cantaba en un susurro uniforme, como una vibración. En el medio de la ronda yacían sus dos hijos y, enterrada a metros de distancia, su sobrina.
Los vecinos de la zona observaban que algo extraño pasaba porque no interrumpían su ritual evangélico hacía días. Por pedido de la mamá de la difunta, cuatro hombres se acercaron y descubrieron una tragedia imposible de olvidar. "Antes de llegar nos encontramos a Sara tirada a unos 30 metros de donde estaban los demás agazapados rezando, tenía la sangre negra y seca, hacía dos días que estaba muerta y ellos parecían que no la notaban", describió Vicente Escoda, uno de los vecinos que descubrió la escena.
La tragedia sucedió el 28 de agosto de 1978, en el paraje Lonco Luán, entre Aluminé y lo que hoy es Villa Pehuenia. Las familias mapuches Painetrú y Catalán, seguidores de la iglesia evangélica Unión Pentecostal Argentina, realizaron un rito que duró cuatro días y significó la muerte de Sara y sus hijos Irma y Héctor Painetrú de 3 y 5 años, y su sobrina Carmen Emilia Painetrú de 4 años. Todos fueron asesinados por sus familiares, quienes desesperados por quitarles a Satán del cuerpo le propinaron golpes mortales con cañas, palos, puños, biblias y pisotones.
La iglesia evangélica que todavía está en el lugar lo justificó como una "intervención diabólica". Los hombres que descubrieron la escena sintieron cómo algunos estaban fuera de sí y otros estaban serenos. Para la Justicia, las 12 personas acusadas de asesinato fueron declarados inimputables por haber obrado bajo "éxtasis místico colectivo" y así, esta causa, marcó precedente en la historia judicial.
En el pequeño paraje de Lonco Luán todos recuerdan "La matanza", como se la denominó, pero muy pocos quieren hablar de ella. Es un secreto a voces. Aquellos niños que sobrevivieron hoy son jóvenes que sólo saben de un macabro cuento que vivieron de chicos. Las familias que estuvieron presas, hoy están libres, algunas se "sanaron volviendo a la iglesia" evangélica pentecostal, otros fueron excluidos de las comunidades y se mudaron a otro lugar. Las personas que vieron lo que ocurrió jamás pudieron olvidarlo.