25 de julio de 2011

Apasionados por el turf neuquino

Una tribuna llena de gente con la mano en la frente, haciendo sombra a los ojos, mirando a una misma dirección. Las esperanzas y las frustraciones se sueltan como gritos explosivos. Nadie se puede quedar quieto. Se mueven. Pero la vista sigue en un único lugar. Ahí, donde terminan las miradas, se disputa un clásico a toda velocidad. Unos segundos de emoción, tal vez un minuto y medio de suspenso, y ya. El caballo ganador cruzó la línea. Desde la tribuna se escuchan los gritos de festejo, las puteadas, las corridas. "¡Vamos viejo y querido Grelo nomás!", se oye desde una voz grave con boina.

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